Tendría unos siete años más o menos y nos acabábamos de mudar de un pueblito a la civilzación, casi en el centro de Madrid, concretamente en Los Coronales, muy cerca de Barajas.
Nos dió a mi padre a mi por comprar un par de ponedoras industriales rubias, para recoger huevos frescos y así lo hicimos.
Hicimos un pequeño gallinero de 2m2 y metimos a las dos ponedoras. Aún recuerdo sus nombres, Gordi y Bella, jajaja.
En poco tiempo, compramos otras dos para tener una mayor variedad cromática. Una Leghorn que se llamaba Copito y una black-star a la que llamábamos Granito por su parecido con un grano oscuro de arena.
Las tuve durante mucho tiempo, hasta que mi padre se puso enfermo, pues él era quién las limpiaba, yo aún era pequeño y me limitaba a la recogida de los huevos y la alimentación. Además, nose si en esas fechas sucedió lo de la gripe aviar, o fue posterior.
El caso, es que un año más tarde, compré unos pollos de Leghorn, 4. Resultaron ser un gallo y tres pollitas. Crecieron crecieron y crecieron, hasta que el gallo empezó a cantar, tuve problemas con vecino y las tuve que quitar. Ahora, unos años después, vuelo al ataque, lleno de ganas por seguir manteniendo mi gallinero lleno de... gallinas.
Un Saludo y espero que disfruteís de mi blog.
